Las enseñanzas de El Censor
Les platicaré brevemente de la
vida del político romano Marco Porcio Prisco, mejor conocido como Catón el
viejo, a quien se le recuerda como un hombre generoso, pero también de carácter
duro e ideas fijas.
Era conocido en toda la ciudad
por su afición al ahorro y su gusto por la comida y el vestido sin
ostentación. En el año 197 a. C. fue elegido gobernador en Cerdeña. Por
los rincones de la ciudad retumbaban sus discursos a favor de la moral estricta
e intachable.
Sin embargo, el historiador y
filósofo griego Plutarco, quien escribió una biografía de este personaje, le
reprochó su afición desmedida a amasar una fortuna y el duro trato que
dispensaba a los servidores de su hacienda.
Luego de gobernar Cerdeña,
Catón fue elegido para la más alta magistratura romana: el consulado, pero su
aspiración se dirigió a uno de los cargos más prestigiosos de la República: el
de censor, que en ese entonces tenía la potestad de expulsar a quienes no se
ajustaran a las virtudes exigidas por las normas, algo así como una especie de
policía moral. Finalmente, logró ese propósito en el año 184 a.C.
Durante el ejercicio de su
cargo, Catón consiguió revisar y aprobar las listas de senadores y caballeros;
aprobó medidas contra los publicanos, a los que gran parte del pueblo odiaba
por su codicia; se oponía a la compra de artículos que consideraba de lujo y
sus dichos graciosos se hicieron famosos.
Cuando enviudó, y teniendo ya
un hijo grande, empezó un “romance” con una doncella mucho más joven que él,
con quien se casó y tuvo un hijo.
Aunque se recuerda su figura de
hombre inflexible, algunas contradicciones de su comportamiento tampoco pasan
por alto. Por cierto, la Real Academia Española de la Lengua define la palabra
Catón como censor severo, alguien que critica o censura a los otros.
He de decir, para finalizar,
que este ejercicio de repasar la historia no solamente sirve para hacer un
puente entre el pasado y el presente, sino construir paralelismos o relaciones
de hechos en la vida pública de muchos personajes y pueblos.
¿Hay catones modernos? Por
supuesto que sí, pero en versiones desmejoradas. Hoy, uno que otro político
mexicano desempeña la función de censor sin cortapisas.
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