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23 de junio de 2020



 ¿Rumbo a las 10 plagas?


Tal vez en algún momento nos hemos acercado a un texto histórico que, por su condición bíblica, resulta inverosímil para algunos investigadores, debido a sus inconexiones. Me refiero a las diez plagas que se zarandearon al pueblo egipcio. Hay quienes afirman que en realidad se trató de una serie de cataclismos naturales, ocurridos unos tras otros.

Pese a que la historicidad de la biblia siempre ha sido un tema conflictivo, deberíamos considerar que cuando los textos que la componen fueron escritos, la historia, como género literario, no tenía las características que hoy le conocemos, por lo que la comparación puede resultar equivocada, un anacronismo, porque este importante libro fue redactado con esquemas conceptuales totalmente diferentes a los de ahora.

En mi caso, como a veces suelo acostumbrar, utilizo libros y referentes históricos para plantear analogías y reflexiones de las que podamos sacar aprendizajes valiosos. Vayamos al punto:

Fueron la incredulidad y la desobediencia egipcia, aunadas a la soberbia del faraón, algunas de las causantes de aquellos terribles males. Indisciplina, escepticismo, arrogancia.

Sin que se considere un acto de justicia divina (por favor, no lo tomen así), ni tampoco una perorata religiosa, por acá llevamos la mitad del año y nos han azotado algunas adversidades.

Les cuento al menos 8:

1) La pandemia, que particularmente a los tabasqueños nos atrapó en un limbo del que todavía no hay visos de salida, pese a los mensajes optimistas de las autoridades que, por supuesto, yo comparto, pero de poco sirven para atenuar la difícil situación que vivimos. En esta semana, las cifras de contagios por día –más, menos- han promediado 300 casos.

2) La falta de sensibilidad y el morbo social que estigmatiza a muchas personas contagiadas de coronavirus. Se trata de una de las variables que orilla a algunas personas a ocultar su condición de portadoras del virus para evitar señalamientos, pese a que pueden comprometer la salud de los demás.   

3) La economía local infectada por el coronavirus, que la ha puesto en coma. No hay que perder de vista que en Tabasco el 40% de la población ocupada trabaja en comercios, restaurantes y servicios de alojamiento. Es lógica la urgencia de tratar de hacerla respirar, pero en un entorno donde el aire todavía está muy contaminado, lo que podría acarrear un desenlace nada deseable.

4) La oleada delictiva que no cesa y cobra rostro en ejecuciones, asaltos con violencia y crímenes de mujeres y menores.

5) Los temporales que días atrás azotaron al estado y provocaron inundaciones en algunas zonas, con afectaciones a miles de tabasqueños, particularmente en los municipios de Balancán y Teapa.

6) La difícil situación por la que hoy atraviesan los habitantes de Villahermosa, con la provisión de agua turbia y fétida que representa una seria amenaza a su salud, en tiempos donde el cuidado de la higiene es vital.

7) El temblor de 7.5 grados, con epicentro en Oaxaca, que este martes 23 de junio se hizo sentir en el país y provocó alarma entre los tabasqueños. 

8) La gigantesca nube de polvo del desierto del Sahara, impulsada por fuertes vientos que la hacen desplazarse por todo el Océano Atlántico hasta varios puntos de nuestro continente, entre ellos México.

Tal vez en sus mentes circulen otras dos para completar la decena, quizá aún vengan; yo, espero que ahí quede todo.

Si se trata de salir venturosos, no imitemos al pueblo egipcio, sino a los israelitas de hace milenios. Así, debería alentarnos que, según se cuenta en una de las historias más deslumbrantes de la humanidad, cuando el pueblo hebreo huyó de Egipto tuvo una larga travesía por el desierto, pero después de tantas aflicciones salió airoso.

Claro, para que esta epopeya dramática tuviera un desenlace feliz, hubo que cumplir al menos dos condiciones. La primera, fortaleza y solidaridad entre ellos.

La segunda, la presencia de un líder que, como lo definió Paul Johnson en su libro “La historia de los judíos”, al referirse a Moisés, tenía la capacidad de prever fenómenos complejos para poder planear y trataba de adaptar el idealismo más intenso a las medidas del estadista práctico.

Por ello, siempre he dicho que debemos tener cuidado con andar reeditando historias del pasado sin conocerlas bien. Nadie debería jugar a ser Moisés con un perfil superficial.


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