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4 de abril de 2020


COVID-19, EL DIFÍCIL CAMINO DE LA CONTENCIÓN

Aunque resulte increíble, pese a los avances de la ciencia, los investigadores coinciden en que las cuarentenas son el método más antiguo y eficaz para preservarnos de las pandemias. Se empezaron a aplicar en el siglo XIV, utilizando esa denominación simbólica porque el diluvio duró 40 días y Noé y los suyos tuvieron que esperar otros 40 días hasta que se dieron las condiciones para reanudar la vida en la tierra.

Los patrones de comportamiento en otras pandemias hacen valer la frase del filósofo y matemático Pitágoras de Samos: “El principio es la mitad del todo”. ¿Leyó usted bien? “El principio es la mitad del todo”.

Esto significa que en aquellos países donde a pesar del brote no se prohibieron de inmediato los festejos, reuniones y actos públicos, se favoreció una terrible tasa de mortalidad. Por el contrario, donde las autoridades asumieron medidas desde el principio para restringir las concentraciones de personas –incluso con la fuerza del Estado-, los efectos fueron menos perjudiciales.

En el caso de la pandemia que hoy sufrimos, en México se han tomado medidas oportunas, y así lo reconoce la Organización Mundial de la Salud. Sin embargo, la batalla no es solo contra el COVID 19, sino también contra la actitud disoluta de muchos mexicanos que difícilmente interiorizan la importancia del orden y el cumplimiento de normas.

Por nuestra falta de adhesión a los principios y el abuso de la arisca ironía en momentos difíciles, como dijo Octavio Paz en “El laberinto de la soledad”, estamos dándole a la crisis sanitaria el rostro de crisis social. Aquí, se ha dicho, emerge lo bueno y lo malo de la conducta humana; en palabras de Albert Camus, “se desnuda a las almas y ese espectáculo suele ser horroroso”.

Esto ocurre así porque solemos confiar en los sentimientos más que en los hechos. Nuestro sentido intuitivo domina al racional, dando pie a comportamientos muy individualistas.

¿Le paree exagerado? Quizá se trate de la excepción y no la regla, pero es innegable –por ejemplo- la existencia de personas que acaparan los cubrebocas y las máscaras faciales sin necesitarlas, o quienes se aprovechan de la necesidad para incrementar los precios de productos de la canasta básica, aun sin que haya desabasto.

Mientras algunas mentes obtusas siguen pensando que solo el rico tiene riesgo de contagiarse, porque los pobres son inmunes, todos los días vemos crecer las cifras de contagio. El caso de Tabasco (México) es preocupante, porque es uno de los 5 estados del país con mayor tasa de incidencia acumulada, o sea, el número de casos con respecto al total de la población. Por lo mismo, las medidas nunca serán exageradas cuando se trata de prevenir escenarios catastróficos, sobre todo considerando que todavía hay un gran número de tabasqueños que asume con sorprendente ligereza las recomendaciones de las autoridades sanitarias.

Se ha dicho hasta el cansancio que la clave para contener la progresión de la pandemia y evitar que se repitan los espeluznantes casos de China, Italia, Estados Unidos y España, la componen tres palabras: “Quédate en casa”. Ojalá que ya, de una buena vez, hagamos caso.

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