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19 de marzo de 2020


“La peste”, aleccionadora historia de 
Albert Camus


Hay obras literarias que trascienden su tiempo. Es el caso de la novela “La Peste”, publicada en 1947 por el escritor Albert Camus, quien obtuvo el premio Nobel de Literatura diez años después.

La historia, escenificada en Orán, Argelia –la patria natal del autor-, muestra cómo se afecta la vida de los habitantes de la ciudad al sufrir los estragos de una epidemia. Pero no sólo eso, se ponen al descubierto los sentimientos dicotómicos que podemos albergar los seres humanos en medio de situaciones críticas; es decir, ante el desastre y la desgracia pueden aflorar las mejores emociones y actitudes de las personas para luchar y lograr sobreponerse ante lo que se percibe como injusto, pero también hay quienes manifiestan su inmadurez, oportunismo, egolatría y falta de solidaridad para procurar el bienestar de los demás.

En la novela, las autoridades ponen a la ciudad de Orán en un severo aislamiento. Los accesos son clausurados y controlados; nadie puede entrar ni salir, mientras los habitantes comienzan a adquirir la enfermedad ¿Le suena a algo conocido?

En el corazón de la obra hay un personaje, Tarrou, que pronuncia unas palabras que están imbuidas de una tremenda actualidad:

“Todos somos pestíferos… es decir, transmitimos el mal. Todo lo que sé es que hay que hacer lo posible por no ser una víctima más de la peste… Y por eso he decidido rechazar todo lo que, de cerca o de lejos, provoca que la gente muera”.

En otra parte, ese mismo personaje se refiere así a la condición humana: “Esa porquería de enfermedad… hasta los que no la tienen parecen llevarla en el corazón”.

Sin duda, ciertas novelas producen en nuestras vidas un especial impacto, como esta, escrita hace 73 años, pero que en los últimos días ha cobrado tanta vigencia e incluso repuntado en ventas en Francia e Italia. No es para menos, porque se trata de esas historias que se recomienda leer en momentos de desánimo, para recuperar la fe.

En medio de la contingencia sanitaria que vive el mundo, del texto de Camus podemos extraer una aleccionadora perspectiva antropológica:

Es una obra apasionante que revela un mundo al que solo una catástrofe es capaz de rehumanizar. Un canto colectivo a la solidaridad y al altruismo, pues los personajes terminan por entender que su colaboración al bien común es indispensable para evitar la propagación de la peste y procurar la salvación de más personas.

Qué curioso. En los tiempos que vivimos –acechados por el COVID-19-, tenemos frente a nosotros la posibilidad de demostrar nuestra unidad, solidaridad y preocupación por el bienestar de los demás, precisamente aislándonos de los demás. Hay que hacerlo responsablemente.

Como dice Tarrou, el personaje de Camus: “El hombre íntegro, el que no infecta a casi nadie es el que tiene el menor número posible de distracciones…y hace falta mucha voluntad para no distraerse jamás”.

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