“La peste”, aleccionadora historia de
Albert
Camus
Hay
obras literarias que trascienden su tiempo. Es el caso de la novela “La Peste”,
publicada en 1947 por el escritor Albert Camus, quien obtuvo el premio Nobel de
Literatura diez años después.
La
historia, escenificada en Orán, Argelia –la patria natal del autor-, muestra
cómo se afecta la vida de los habitantes de la ciudad al sufrir los estragos de
una epidemia. Pero no sólo eso, se ponen al descubierto los sentimientos
dicotómicos que podemos albergar los seres humanos en medio de situaciones
críticas; es decir, ante el desastre y la desgracia pueden aflorar las mejores emociones
y actitudes de las personas para luchar y lograr sobreponerse ante lo que se
percibe como injusto, pero también hay quienes manifiestan su inmadurez, oportunismo,
egolatría y falta de solidaridad para procurar el bienestar de los demás.
En
la novela, las autoridades ponen a la ciudad de Orán en un severo aislamiento.
Los accesos son clausurados y controlados; nadie puede entrar ni salir,
mientras los habitantes comienzan a adquirir la enfermedad ¿Le suena a algo
conocido?
En
el corazón de la obra hay un personaje, Tarrou, que pronuncia unas palabras que
están imbuidas de una tremenda actualidad:
“Todos
somos pestíferos… es decir, transmitimos el mal. Todo lo que sé es que hay que
hacer lo posible por no ser una víctima más de la peste… Y por eso he decidido
rechazar todo lo que, de cerca o de lejos, provoca que la gente muera”.
En
otra parte, ese mismo personaje se refiere así a la condición humana: “Esa
porquería de enfermedad… hasta los que no la tienen parecen llevarla en el
corazón”.
Sin
duda, ciertas novelas producen en nuestras vidas un especial impacto, como
esta, escrita hace 73 años, pero que en los últimos días ha cobrado tanta
vigencia e incluso repuntado en ventas en Francia e Italia. No es para menos,
porque se trata de esas historias que se recomienda leer en momentos de
desánimo, para recuperar la fe.
En
medio de la contingencia sanitaria que vive el mundo, del texto de Camus podemos
extraer una aleccionadora perspectiva antropológica:
Es
una obra apasionante que revela un mundo al que solo una catástrofe es capaz de
rehumanizar. Un canto colectivo a la solidaridad y al altruismo, pues los
personajes terminan por entender que su colaboración al bien común es
indispensable para evitar la propagación de la peste y procurar la salvación de
más personas.
Qué
curioso. En los tiempos que vivimos –acechados por el COVID-19-, tenemos frente
a nosotros la posibilidad de demostrar nuestra unidad, solidaridad y
preocupación por el bienestar de los demás, precisamente aislándonos de los
demás. Hay que hacerlo responsablemente.
Como
dice Tarrou, el personaje de Camus: “El hombre íntegro, el que no infecta a
casi nadie es el que tiene el menor número posible de distracciones…y hace
falta mucha voluntad para no distraerse jamás”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario