
El poder está en tus manos
Mario de Jesús Cerino Madrigal
El 90% de la comunicación es no verbal, es decir, que nuestro lenguaje corporal habla más fuerte que nuestras palabras.
Señales del brazo
Decían los antiguos griegos que los brazos eran como la lanza empleada por un orador para conseguir sus fines, por lo que al emitir un mensaje debían usarse moderadamente para acompasar la alocución.
Hoy se sabe, gracias a los múltiples estudios que en torno a la comunicación no verbal se han realizado, que los movimientos corporales tienen un impacto persuasivo en los receptores.
La interrogante que en un tema como éste cobra auge es: ¿qué hacer con los brazos cuando entablamos un proceso de comunicación con alguien más?
Cruzar los brazos sobre el pecho en distintas posiciones puede denotar inseguridad, exposición ante una amenaza, barrera para cultivar el diálogo, falta de carácter y poca credibilidad. Sin embargo, creo que no siempre debe ser así; valdría la pena analizar integralmente el contexto para determinar si ese movimiento puede caber dentro de alguna de las categorías antes señaladas o simplemente, por muy burdo que parezca, se trata de una posición que supone comodidad o que es motivada por alguna condición climática como el frío.
Muchas personas cruzan los brazos por una razón de mera comodidad. Puede que ellas se sientan muy seguras frente a otras aun con los brazos doblados en forma conjunta a través del pecho. Sin embargo, aunque haya personas así, de manera general se sabe que mantener los brazos cruzados casi siempre se asocia a actitudes negativas, de resistencia o barrera, que hacen poco fiable el proceso comunicativo.
Hablar frente a personas que mantienen los brazos cruzados resulta incómodo y da pie para suponer que podríamos haber dicho cosas con las que están en desacuerdo; el ambiente se agudiza si la posición se asume con los brazos cruzados y los puños cerrados, además de una sonrisa con los labios apretados, pues se torna hasta hostil y emplazaría al emisor a tratar de encontrar y manifestar gestos conciliadores.
En otras circunstancias, la posición de los brazos cruzados, más que proyectar desacuerdo, hostilidad o hasta aires de superioridad, refleja inferioridad, como cuando un nuevo empleado es presentado al jefe y en ese acto evidencia su temor o timidez por estar ante la presencia de un superior.
En cualesquiera de los casos e independientemente de las distintas variantes que conlleva la posición, mantener los brazos cruzados no es la postura más favorable para generar confianza en una interlocución. Universalmente se sabe que el gesto denota una actitud defensiva o negativa casi en todas partes.
Señales de la mano
A lo largo de la historia, las manos se han convertido en partes muy importantes para el éxito de la comunicación humana. La forma como saludamos y los movimientos que hacemos con ellas pueden indicar diferentes cosas: a veces sirven de complemento a la expresión verbal y en otras ocasiones sustituyen a una palabra que no nos sale en el instante. Sin embargo, a pesar de estas ventajas, pocas personas son conscientes de todo lo que pueden ganar usando las manos al comunicarse con los demás.
Históricamente, mantener la palma de la mano abierta se asocia a franqueza, honradez o lealtad, aunque también a sumisión (como en otros tantos casos en la comunicación no verbal, dependerá del contexto). Recuérdese como muchos juramentos exigen como señal protocolaria levantar la mano con la palma abierta, para demostrar lealtad y compromiso en el cumplimiento de la tarea encomendada.
Siempre que las tribus primitivas se encontraban bajo condiciones amistosas, sostenían sus brazos hacia fuera con las palmas de las manos expuestas para demostrar que no cargaban armas o las llevaban encubiertas
En contraparte, hay que ver el comportamiento de un niño cuando esconde algo o dice una mentira; sin pensarlo, es decir, de manera instintiva, coloca sus manos detrás de sí, como lo hace un adulto cuando trata de justificar una conducta reprobable, situando las manos en la parte posterior o metiéndolas en los bolsillos del pantalón. Empero, saber esto no es la solución para alguien que de modo consciente falseará o simulará creyendo que con las manos abiertas va a convencer de lo contrario a su interlocutor; sin duda alguna lo delatarán los otros muchos signos del cuerpo que también denotan franqueza. En otras palabras, puede ser que alguien siga siendo embustero o farsante ante los oyentes inclusive si muestra las palmas de sus manos, porque otros gestos que también deben ser visibles cuando se trata de exhibir honradez están ausentes.
Alguien que abiertamente explica sus razones y se muestra seguro de ellas gesticula con las manos abiertas y, además, mira directo a los ojos. Por infortuna, muchas personas encuentran comodidad en dejar ocultas sus manos en los bolsos de las prendas de vestir y con ello pierden la oportunidad de que sus señales no verbales las hagan más veraces o sinceras.
En síntesis, hay que ser conscientes de que tanto los apretones de manos como abrir las palmas de las mismas son factores decisivos para el éxito de una relación con las demás personas, por lo que no hay que prescindir de la posibilidad de empezar a explotar estos signos interesantes de la comunicación no verbal.
El 90% de la comunicación es no verbal, es decir, que nuestro lenguaje corporal habla más fuerte que nuestras palabras.
Señales del brazo
Decían los antiguos griegos que los brazos eran como la lanza empleada por un orador para conseguir sus fines, por lo que al emitir un mensaje debían usarse moderadamente para acompasar la alocución.
Hoy se sabe, gracias a los múltiples estudios que en torno a la comunicación no verbal se han realizado, que los movimientos corporales tienen un impacto persuasivo en los receptores.
La interrogante que en un tema como éste cobra auge es: ¿qué hacer con los brazos cuando entablamos un proceso de comunicación con alguien más?
Cruzar los brazos sobre el pecho en distintas posiciones puede denotar inseguridad, exposición ante una amenaza, barrera para cultivar el diálogo, falta de carácter y poca credibilidad. Sin embargo, creo que no siempre debe ser así; valdría la pena analizar integralmente el contexto para determinar si ese movimiento puede caber dentro de alguna de las categorías antes señaladas o simplemente, por muy burdo que parezca, se trata de una posición que supone comodidad o que es motivada por alguna condición climática como el frío.
Muchas personas cruzan los brazos por una razón de mera comodidad. Puede que ellas se sientan muy seguras frente a otras aun con los brazos doblados en forma conjunta a través del pecho. Sin embargo, aunque haya personas así, de manera general se sabe que mantener los brazos cruzados casi siempre se asocia a actitudes negativas, de resistencia o barrera, que hacen poco fiable el proceso comunicativo.
Hablar frente a personas que mantienen los brazos cruzados resulta incómodo y da pie para suponer que podríamos haber dicho cosas con las que están en desacuerdo; el ambiente se agudiza si la posición se asume con los brazos cruzados y los puños cerrados, además de una sonrisa con los labios apretados, pues se torna hasta hostil y emplazaría al emisor a tratar de encontrar y manifestar gestos conciliadores.
En otras circunstancias, la posición de los brazos cruzados, más que proyectar desacuerdo, hostilidad o hasta aires de superioridad, refleja inferioridad, como cuando un nuevo empleado es presentado al jefe y en ese acto evidencia su temor o timidez por estar ante la presencia de un superior.
En cualesquiera de los casos e independientemente de las distintas variantes que conlleva la posición, mantener los brazos cruzados no es la postura más favorable para generar confianza en una interlocución. Universalmente se sabe que el gesto denota una actitud defensiva o negativa casi en todas partes.
Señales de la mano
A lo largo de la historia, las manos se han convertido en partes muy importantes para el éxito de la comunicación humana. La forma como saludamos y los movimientos que hacemos con ellas pueden indicar diferentes cosas: a veces sirven de complemento a la expresión verbal y en otras ocasiones sustituyen a una palabra que no nos sale en el instante. Sin embargo, a pesar de estas ventajas, pocas personas son conscientes de todo lo que pueden ganar usando las manos al comunicarse con los demás.
Históricamente, mantener la palma de la mano abierta se asocia a franqueza, honradez o lealtad, aunque también a sumisión (como en otros tantos casos en la comunicación no verbal, dependerá del contexto). Recuérdese como muchos juramentos exigen como señal protocolaria levantar la mano con la palma abierta, para demostrar lealtad y compromiso en el cumplimiento de la tarea encomendada.
Siempre que las tribus primitivas se encontraban bajo condiciones amistosas, sostenían sus brazos hacia fuera con las palmas de las manos expuestas para demostrar que no cargaban armas o las llevaban encubiertas
En contraparte, hay que ver el comportamiento de un niño cuando esconde algo o dice una mentira; sin pensarlo, es decir, de manera instintiva, coloca sus manos detrás de sí, como lo hace un adulto cuando trata de justificar una conducta reprobable, situando las manos en la parte posterior o metiéndolas en los bolsillos del pantalón. Empero, saber esto no es la solución para alguien que de modo consciente falseará o simulará creyendo que con las manos abiertas va a convencer de lo contrario a su interlocutor; sin duda alguna lo delatarán los otros muchos signos del cuerpo que también denotan franqueza. En otras palabras, puede ser que alguien siga siendo embustero o farsante ante los oyentes inclusive si muestra las palmas de sus manos, porque otros gestos que también deben ser visibles cuando se trata de exhibir honradez están ausentes.
Alguien que abiertamente explica sus razones y se muestra seguro de ellas gesticula con las manos abiertas y, además, mira directo a los ojos. Por infortuna, muchas personas encuentran comodidad en dejar ocultas sus manos en los bolsos de las prendas de vestir y con ello pierden la oportunidad de que sus señales no verbales las hagan más veraces o sinceras.
En síntesis, hay que ser conscientes de que tanto los apretones de manos como abrir las palmas de las mismas son factores decisivos para el éxito de una relación con las demás personas, por lo que no hay que prescindir de la posibilidad de empezar a explotar estos signos interesantes de la comunicación no verbal.
Claro que si Maestro usted tiene mucha razón, es por eso que a partir de los primeros estudios sobre la Comunicación no verbal hechos por Ekman, se derivaron los estudios sobre Programación Neurolingüísticas.
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