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5 de septiembre de 2011

Encuestas a la carta

Conforme se avecinan las jornadas electorales empiezan a configurarse en el escenario político prácticas de medición de preferencias, a partir de la aplicación de encuestas por doquier.

Si miramos hacia atrás, caeremos en la cuenta de que no se trata de un fenómeno nuevo. Los seres humanos hemos sentido desde tiempos inmemoriales una estrambótica predilección por los instrumentos que parecen predecir el futuro.

Sin embargo, en el caso que nos incumbe, desde que la competencia política en este país se agudizó, las encuestas electorales (instrumentos aún imperfectos y vulnerables) han estado en el ojo del huracán y muchos las conocen por el escándalo que produce en las campañas la publicación de la simulación electoral. Hemos sido testigos de que los candidatos se obsesionan por ellas y de que los porcentajes producen polémicas estridentes.

¿Son parte de un proceso de engaño, un negocio, aire para inflar popularidad, intento de vaticinar el porvenir, el gramo que hace falta para que los indecisos inclinen la balanza? Diversos pueden ser los argumentos esgrimidos al respecto, y no faltarán los políticos que al ser cuestionados en torno a su utilidad las encubren o desestimen según cómo queden parados. Al final, cada quien habla de la feria como le va en los caballitos.

(Periodismo político, reflexión detonadora para la actividad 2).

1 comentario:

  1. Estoy de acuerdo en cuanto a su perspectiva en este tema Lic. pero es también cierto que muchas veces el elector al ser encuestado cumple con los requerimientos de esta haciéndolo de manera creíble y honesta.
    Claro que el hombre desde siempre a sentido ese extraño deseo de saber que es lo que le prepara el futuro, esa sed de adelantarse a los echos.
    Si bien es cierto que las encuestas se han convertido en instrumentos imperfectos y vulnerables, creo que se debe mas que nada antes a la imperfección y la vulnerabilidad de los electores y de la forma en la que ciertos candidatos (Dejando espacio a la posibilidad de que existan candidatos honestos) se aprovechan de las necesidades de estos a quienes se supone deberían servir y en vez de hacerlo, se sirven de ellos coaccionando con sucias estrategias, utilizando instrumentos meramente materiales como la ya conocida ayuda económica, despensas o materiales de construcción que es lo menos importante dentro de esto.
    Son parte del proceso, indudablemente, pero no creo ni un poco en que sean algo que haga que la balanza se incline a algún lado. La forma en que la política y sobre todo el proceso electoral ha echo que se utilice esta herramienta ha menguado su credibilidad, por el motivo de que es una herramienta fácilmente manipulable, pero la falsedad o poca confiabilidad de sus resultados no son algo que deba adjudicarse a las encuestas; que son ademas herramientas de investigación que han facilitado nuestra vida, se debe a mi parecer a la poca ética política, a nuestra falta de cultura política y a la siempre latente necesidad del pueblo de obtener bienes materiales que faciliten un poco su inestable realidad, pero sobre todo a la falta de voluntad de los votantes que lejos de buscar un buen gobierno, se conforma.

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